Lectura aleccionadora y entretenida para el
verano,
que narra porqué es conveniente dejar a los muertos en paz.
Funeral de "El negro" en Gaborone.
Leo estupefacta un estudio de la Royal
African Society que expone las consecuencias del traslado y entierro de “El
negro” en tierras africanas. “El negro” es, literalmente, el nombre por el que
es conocido en Gaborone (capital de Botswana, país donde va a cazar elefantes
el monarca) el hombre disecado que
nosotros conocíamos coloquialmente por “el negre de Banyoles”. En 2000 los restos mortales de este
hombre disecado fueron repatriados por el Gobierno Español a Botswana, en
respuesta a una reclamación de la Organización de Países Africanos y de la ONU,
que deploraban su exposición pública en el anacrónico museo del Pla de
l’Estany.
El artículo es un supuestamente riguroso
estudio antropológico que disecciona las creencias y temores que provocó la
presencia de los restos humanos de “El negro” en el país y los orígenes de
dichas creencias. Resumo alguno de los rumores y creencias:
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Según
muchos ciudadanos el gobierno de Botswana gastó enormes cantidades de dinero en
adquirir dichos restos en un país donde hay mucha pobreza. Aunque este rumor popular
compite con otro que defiende que el gobierno del país africano recibió enormes
cantidades de dinero por acoger los restos humanos de “El negro” sin que ello
haya redundado en beneficio de sus ciudadanos.
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Según
otra opinión extendida en el país africano, no se sabe de quién son los huesos,
que en nada se parecen a los restos que eran exhibidos en el museo de
Banyoles. Podrían ser los huesos
de cualquiera. Otras gentes
piensan que no son los huesos de un Tswana, identidad étnica con la que fue
enterrado, si no de un bosquimano.
Por esta razón el cadáver y sus antepasados estarían profundamente molestos y
habrían extendido una maldición sobre el país.
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Hay una
gran desconfianza con el hecho que El Negro era originario de Sudáfrica, país que rechazó recibir los
restos (lo cual es estrictamente cierto)... Por esta razón muchos se preguntan en
Botswana: ¿por qué rechazó Sudáfrica enterrar a un compatriota? ¿que sabe y
oculta Sudáfrica a Botswana?
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Además
los ciudadanos creen que su gobierno gastó una fortuna en organizar un funeral
con toda la pompa y ceremonia de un funeral de estado, en un país en el que los
pobres continúan siendo pobres. Y para colmo, para enterrar a un hombre que ni
siquiera tiene familiares y que además vino a trocitos... hecho especialmente
alarmante para las creencias ancestrales de este país que vinculan el
nacimiento y la muerte con la climatología. Si un muerto no es enterrado como
es debido se desarregla el tiempo. Llega la sequía y el hambre se extiende. Ni
la fragmentación del cadáver ni los dos años de sequía que siguieron al
entierro ayudaron a desmentir esta creencia.
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Una
bonita teoría de los habitantes de Gaborone es que los huesos del negro son un
veneno poderoso comprado por el partido del gobierno de Botswana para asegurar
la sequía y la pobreza de la población, a fin de perpetuar su dependencia y de
este modo la permanencia en el poder de su partido.
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Y uno de
los rumores más asombrosos: que el gobierno español se había lucrado vendiendo
a pesaditos los trozos de el hombre disecado y que luego había mandado unos
huesos cualquiera.
A mi entender lo más remarcable es que todo
ha sido propiciado por el buen quehacer de la diplomacia española. Un lujo.
Unos tejemanejes que despertaron la desconfianza no solo de la población.
También de las instancias gubernamentales del país Africano. El gobierno de
Botswana creyó que los españoles se habían burlado de las instituciones de su
país al entregar unos huesos sueltos en lugar de el cadáver exhibido en España.
Hay que resaltar que un hombre disecado contiene pocos restos humanos. Esta
básicamente relleno de paja en una estructura de madera que sujeta un esqueleto
incompleto. Y sobre todo: ES RIGIDO. Por tanto no cabe en un ataúd convencional
porque, en el caso del hombre de Banyoles, tenia los brazos extendidos para
sujetar la lanza. Dijéramos que era un cadáver poco presentable para su propio funeral.
Así que la verdad es que las autoridades españolas preguntaron sibilinamente al
gobierno de Botswana si estaban de acuerdo en recibir “solo los restos humanos”.
Era una pregunta hecha con segundas intenciones. Yo diría con la clara
pretensión de meter un gol por la escuadra. El gobierno africano no pensó en el
alcance de la pregunta. Respondió que por supuesto querían solo los restos
humanos. Y en Madrid aprovecharon el tanto para empezar a desmontar el cadáver.
Que si un ojo de vidrio fuera. Que si el otro. Que si le sacamos la paja y la madera
de dentro a ver si podemos bajarle los brazos que no nos cabe en el ataúd... Ay
que se me desmorona. ¡Claro, lleva mas de una centuria disecado!. La cosa está
de polilla hasta las cejas. Literal. Total. Un desparrame. Mejor lo quitamos
todo y devolvemos los huesos. Que son los restos humanos. Claro que la piel, el
pelo y las uñas eran las del difunto. Pero así despedazadas a quién van a
interesar. Y ni cortos ni perezosos metieron los huesos en una caja y se
refugiaron en el hecho que ya habían advertido al gobierno de Botswana de que
solo iban a mandar los “restos humanos”. Si algún cachito se había traspapelado
a quién importaba. Y así mandaron un ataúd del tamaño de un niño para contener
los restos de un guerrero. Lo peor de todo es que quién se ha llevado el papel
más feo ha sido Banyoles, el que ha pagado la fiesta ha sido Arcellin, el que denunció la exhibición del hombre
disecado, que el pobre arrastró deudas hasta el día de su muerte... y quien se
comportó del modo más irrespetuoso y altivo fue el gobierno español que no fue
capaz de tomarse en serio las reivindicaciones africanas y de colaborar
estrechamente con el gobierno de Botswana para organizar una repatriación de
restos humanos homologable en el derecho internacional. Lo que siguió fue
sequía y mal fario.
¡Que cosas!
Si el asunto os ha dejado algo perplejos y le
habéis tomado gusto a este estado de asombro podéis saber más viendo el
documental:
“Un tal Mulibahan” que narra la peripecia del cadáver con todo lujo de
detalles: